miércoles, 23 de abril de 2014

9.- Economía de Fichas



Elaborado por: Antonio Eduardo Guzmán Rubira


También conocida como token economy.

Autor de la técnica: N. H Azrin


Nathan H. Azrin (1930 -) fue un terapeuta de la conducta estadounidense que aplica análisis de comportamiento principios a los problemas que se presentan en la psicología clínica.

Nació en Boston Massachusetts.


En 1951 él realizó su licenciatura de la Universidad de Boston , y un año más tarde, su maestría en la misma institución. A continuación, pasó a la Universidad de Harvard completando su doctorado en 1956.


En la década de 1970 las economías de fichas llegaron a un pico y se generalizaron. En 1977 un estudio mayor (a ensayo controlado aleatorio ), todavía se considera un punto de referencia, fue publicada. Este estudio demostró la superioridad de una economía de fichas en comparación con el tratamiento estándar y la terapia ambiental especializada. A pesar de este éxito la economía de fichas bajaron de la década de 1980 en. Llegó a ser bastante tranquilo en ese frente debido a una variedad de problemas y la crítica.


Se ha desempeñado como Presidente de la Asociación para la Conducta y Terapias Cognitivas

En 1975 recibió el Premio Científico Distinguido APA para las Aplicaciones de la Psicología . En 1992 recibió el Premio McKeen Cattell Fellow James


Economía de Fichas Su principal objetivo es motivar al niño en la ejecución de determinados aprendizajes y también fomentar la aparición de conductas positivas, controlando o eliminando las disyuntivas. 

La Economía de Fichas es una técnica ampliamente conocida y aplicada tanto en ambientes educativos como institucionales, familiares o incluso clínicos. Puede ser utilizada en grupo pero también a nivel individual.
 

La Economía de Fichas en clase supone establecer un sistema reglado, con unas normas y consecuencias positivas para motivar a los niños en la ejecución de conductas deseadas. Se denomina "de fichas" ya que para conseguir el premio final los niños deberán recoger un determinado número de fichas o puntos. Hemos comentado que su utilización prioritariamente es colectiva, por tanto, podemos aplicarla a todo el grupo de una clase o aula. Su objetivo será conseguir las metas que nos planteemos al inicio: 

Conocer al grupo El paso previo para la instauración de una economía de fichas en el aula pasa por conocer las peculiaridades de nuestro grupo.

La edad, las características personales de cada niño, sus áreas de interés, su ámbito social, etc, pero también la propia personalidad del grupo, es decir, si se trata de un grupo homogéneo o, por contra, es muy heterogéneo y nos encontramos con niños de diferentes orígenes y culturas.

En este último caso puede que sea un poco más complejo encontrar reforzadores adecuados en especial con los más mayores. Es muy probable que cuando decidamos introducir una economía de fichas en el aula (en especial cuando se trata de controlar la conducta) lo hagamos por la necesidad de actuar sobre los niños “problemáticos”.
 

Normalmente en cada clase hay niños que siempre se portan o trabajan bien y, por tanto, no necesitan de premios especiales para hacerlo. No obstante, ahora todos quedan sujetos a los posibles premios en caso de darse las condiciones marcadas y deberemos estar atentos en asegurar, al menos en inicio, de que el colectivo que lo tiene más difícil, pueda asegurarse algún pequeño éxito de entrada. No se trata de regalar premios sino bajar el listón de la demanda al comenzar el programa para situarlo al alcance de la mayoría de los alumnos e ir subiéndolo progresivamente.


Concretar la metodología ¿Cómo lo vamos a hacer? Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para aplicar el procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos:


1) Especificar la conducta que va a premiarse y el premio: Se explica al grupo que se van dar unos premios determinados (según edad y posibilidades) y que para obtener el premio hay que efectuar algún tipo de actividad (por ejemplo, aprender la tabla del 7) o dejar de hacer otras (p.e. no pelearse).


2) Explicar cómo se obtienen o pierden puntos: Los puntos o fichas pueden darse, según los objetivos, en el mismo momento que se produce la conducta positiva (se entrega una ficha) o al final del día haciendo balance individual. En el caso de aulas muy numerosas pueden suministrarse puntos colectivos exceptuando los casos de niños que no hayan tenido las conductas esperadas. En caso de mala conducta sí se le puede retirar uno de los que haya conseguido pero nunca llegar a puntuaciones negativas. Por ejemplo, todos los niños que no se han peleado reciben al final de la jornada un punto. En niños pequeños o de educación especial es aconsejable utilizar el refuerzo inmediato, es decir, la entrega inmediata del premio o reforzador tras la conducta deseada. No funcionará si demoramos demasiado la entrega del premio final.


3) Crear un registro donde los niños vean el estado de sus puntos: Estos puntos se van colocando en el registro y al llegar a un determinado número son canjeables, por ejemplo, por dulces o golosinas. Puede hacerse coincidir la entrega de premios con el final de la semana, es decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido puntos positivos toda la semana (5 puntos = premio). Los niños que no hayan alcanzado su premio en una semana determinada pueden ir acumulando puntos para canjearlos el siguiente viernes si han conseguido sumar 5. Lo que nos interesa es que los niños no pierdan la motivación. Recordar que en niños de Educación Especial necesitaremos tiempos de entrega más cortos si no inmediatos.


4) Dar los premios o reforzadores en los plazos acordados a quienes consiguen las metas marcadas: El premio puede darse, como se ha comentado, en un día concreto de la semana (para facilitar las cosas) y en el que se canjearan los puntos o fichas por el premio establecido. A partir de ese momento, los niños pueden volver a ganarlos. Los que todavía no han alcanzado el número suficiente guardan sus puntos a la espera de conseguir más y alcanzar el premio los días siguientes. 


5) Aplicación y seguimiento Finalmente debemos poner en marcha el procedimiento en base a los objetivos y reglas que hemos establecido. Es importante que su aplicación sea lo más simple posible y que todos los niños tengan claras las normas de funcionamiento sin contradicciones. Es muy probable que las cosas no funcionen del todo bien los primeros días y/o semanas de la implantación del sistema. Debemos de ser constantes en su aplicación para empezar a obtener resultados positivos y que los niños se convenzan de que es un sistema con el que pueden obtener beneficios extra. 


Bibliografía y recursos

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Psicodiagnosis: Psicología infantil y juvenil
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